Recopilando

Pues bien, ¿no? Normal...

Eso es lo que pensé, tan despistada como siempre, al ver que otra vez se había abierto la veda de los vídeos y declaraciones ñoñas, y facebook me lo recordaba con un insolente "¿Quieres ver cómo ha sido tu año?" (Lo he vivido yo, Mark Zuckerberg, no hace falta que vengas tú a contarme cómo ha sido)

Pero después de asumir con mi tranquilidad habitual que 2015 había sido un año mediocre y ya, recopilé, y empecé a sospechar que no, que igual este año había sido más bien un año de mierda (*propósito para 2016: dejar de hablar como un camionero ruso)

Creo recordar que ya el día 1 pasó por mi cabeza el comentario "Bueno, pues la parte positiva de una nochevieja tan bluff es que esto sólo puede ir a mejor..." Pero no exactamente. 

2015 empezó arrastrando todo lo malo que nos había dejado 2014, y antes de que terminase el invierno, gente a la que quiero se fue a vivir lejos y otros no tuvieron que irse, porque ya estaban, pero los eché de menos igual. Aunque echar de menos en 2015 tiene un nombre, alguien que desde febrero nunca va a dejar de faltarme. Marzo me trajo un pack con todas mis inseguridades y algún que otro fantasma, y calculo que para primavera ya había tocado fondo, el fondo más profundo al que he llegado en mi vida y que me hizo plantearme cosas en las que nunca deberíais pararos a pensar, y también que una mala racha de 3 meses puede que sea algo más que una racha.
Antes de que empezara el verano llegó la angustia de no saber seguir, de sentirme tan pequeña para haberme hecho mayor y pensar que lo de ser adulta me venía grande. Y para cuando conseguí apaciguar esos sentimientos, llegó agosto cargado de desidia y de aburrimiento, en el verano más olvidable de mi vida.
El otoño trajo sorpresas para no quedarse atrás, en concreto una sorpresa con forma de visitas al médico y sus correspondientes viajes en tren, culminando todo con una lustrosa cicatriz que me río yo de Freddy Krueger. 

2015 me ha hecho llorar, mucho, y casi nunca de la risa. Pero ha habido veces que sí. Este también será el año en el que aprendí a mantener amistades a miles de kilómetros, en el que me convertí en algo así como una seal de los becarios comemarrones, en el que viví la historia más bonita y conocí a personas maravillosas con las que compartí 532 horas, en el que volví a estar cerca de amigos a los que adoro y reaparecieron otros a los que daba por perdidos, en el que fui a tres festivales y estuve dos veces en Barcelona (y si hubiese una ciudad que pudiese disputarle el título de la ciudad más bonita de España a Teruel, sería Barcelona), y en el que aprendí mucho, aunque fuera a base de desilusiones. Y ahora tengo una cicatriz que nunca me va a fallar para empezar conversación. 
Pero éstas son las cosas que aparecerían en mi vídeo de facebook si lo usara.

Pórtate bien, 2016

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2 comentarios:

Genín dijo...

Que va, hay que portarse mal, de lo contrario la vida seria muy aburrida... :)
¡Feliz año!
Besos y salud

SubHatun dijo...

Dónde estaba yo en enero que vi esto?
Una cicatriz? Todo guerrero debe tener una, te recuerda que eres vulnerable.
Creo que alguna vez te dije, y si no lo hice te lo digo ahora, que la vida es una sucesión de saludos y despedidas.
Uno aprende a despedirse y a que, la única estúpida persona que siempre premanace a su lado es é mismo. Así que debe aprender a aguantar su compañia permenente, y la distancia de los otros.
Pero esa distancia es salvable, y, para ti que eres una adulta tan joven, cada vez te será más asequible saltar esa distancia.
Iras teniendo más medios económicos, más independencia que te permitirán estrechar esa distancia a la que gustes.
besos
Sub

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